Brasil después del mundial

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La organización del Mundial de Fútbol costó más de 11,000 millones de dólares al país sudamericano, dinero que se obtuvo a través de un préstamo del Banco Nacional de Desarrollo Económico y que se supone solo representa el 0.16% del PIB carioca. Los expertos en economía brasileña aseguran que los resultados financieros se alejan considerablemente de las expectativas que el gobierno de Dilma Rousseff se hizo sobre la activación del mercado a través de uno de los eventos más grandes y ansiados del mundo.

El encuentro de “Todos al mismo ritmo” no logró llamar la atención de los inversionistas ni produjo grandes derramas económicas para los brasileños. El Banco Central reveló un crecimiento del 1.5%, lo que contradice el 2.5% que el gobierno vaticino para el 2015.

Así como se mostró al mundo la alegría que caracteriza a la población brasileña, también se exhibió la enorme carencia de servicios sociales, médicos y educativos de este país. El Mundial de 2014 atrajo millones de miradas, pero no pudo contener la incertidumbre sobre su futuro.

El reto ahora es decidir el porvenir de los 12 estadios y definir el uso que se le dará a toda la infraestructura puesta en pie para el encuentro futbolístico. Grandes elefantes blancos que terminan muertos de inanición. De igual forma, de los 70 proyectos que mejorarían el grave problema del transporte y la circulación, únicamente se concluyeron 24.
El futuro de Brasil ya no es tan alentador como en lustros anteriores, menos ahora que tendrá que enfrentarse a los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro en 2016.